Desde hace más de un mes venimos encontrándonos
a diario con imágenes de protestas y levantamientos populares en todo el país,
pero especialmente en el Catatumbo, en las zonas mineras del Choco y Antioquia,
las cafeteras y las zonas agrícolas; la gran mayoría de nosotrxs pasamos de
largo al verlas y oírlas por la televisión, radio o internet y hacemos un
comentario ingenuo ante esto. Pero es imposible pasar por alto estos
acontecimientos, ya que revelan la inconformidad, la represión y las
desigualdades que se viven en nuestros territorios. El Estado históricamente ha
dejado en el olvido a las zonas alejadas de los centros económicos
tradicionales, en cuyos lugares las personas tienen que adoptar dinámicas
propias de sus terrenos para poder sobrevivir, como en el caso de los mineros
donde por décadas han ejercido su profesión de manera tradicional para
conseguir el sustento diario y mantener a sus hogares, pero los gobiernos desde
hace varios años han entregado la gran mayoría de los recursos mineros de
nuestro territorio a empresas multinacionales que extraen todos los recursos y
solo dejan pobreza y miseria en esos lugares, ya que los empleos y obras
sociales prometidos a los habitantes no se materializan y en la mayoría de
casos solo un pequeño porcentaje de las ganancias de estas quedan en manos del
Estado en forma de las llamadas “regalías”. Estos mineros no pueden competir
con la técnica y la maquinaria que poseen estas empresas y pretenden
ilegalizarlos por el mismo motivo, de aquí que el gobierno los acuse de terroristas
e ilegales, pues, no se ajustan a los planes de entrega de nuestros recursos a
las multinacionales extranjeras o en el caso de los campesinos y agricultores a
lo acordado en los tratados de libre comercio firmados con varios países pero
en especial el que se realizó a cabo con Estados Unidos, ya que es el más
perjudicial para nuestros campesinos y agricultores, y no solo eso, cabe
recordar que en Colombia la mayoría de la tierra que existe para producir no es
de nuestros campesinos, sino, de grandes empresas nacionales, transnacionales,
grandes terratenientes y gamonales que controlan vastas zonas de tierra. Por
esta razón es justa y necesaria la lucha que adelantan algunos campesinos para
establecer las llamadas “zonas de reserva campesina” donde puedan vivir
dignamente, se les entreguen las tierras arrebatadas en el conflicto y se les
permita trabajar y sembrar sin miedo a represalias de ningún lado. Este reclamo
no es nuevo, ya que es uno de los orígenes del conflicto armado en nuestro
país, como lo son el acceso a la tierra, la vida digna, a los servicios
básicos, etc.
Por estas y muchas más razones nos
solidarizamos y alzamos nuestros gritos de apoyo a los campesinxs, minerxs,
trabajadorxs y estudiantes que durante años hemos luchado por la libertad, la
igualdad y la paz con justicia social y que en los próximos días y semanas
volveremos a las calles a recuperar lo que se nos ha arrebatado de manera vil y
descarada y hacemos un llamado de apoyo y solidaridad al resto de Colombianxs,
pues, deberíamos empezar a dejar la apatía a un lado y salir a las calles todxs
juntxs con rabia y dignidad, por una vida justa y en paz. Porque para hablar de
dignidad, no es suficiente con saber pronunciar la palabra. Es necesario pues,
sentir en lo más hondo la más digna y sincera rabia, la única que manifiesta el
verdadero orgullo herido, sin reproche y sin miedo. Campesinxs que se levantan,
ciudades que se ahogan... ¡Bienvenidos al caos! Aquí la muerte lleva por nombre
democracia y la vida... insurrección.
"Hay muchas maneras de matar. Pueden meterte un cuchillo
en el vientre. Quitarte el pan. No curarte de una enfermedad. Meterte en una
mala vivienda. Empujarte hasta el suicidio. Torturarte hasta la muerte por
medio del trabajo. Llevarte a la guerra, etc… Sólo pocas de estas cosas están
prohibidas en nuestro Estado". Bertolt
Brecht
Colectivo “Ingobernables”
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